El sábado 29 de
septiembre el día transcurrió como todos los demás. Mi hermana Teresa estaba de
cumpleaños y ya la había felicitado por facebook. Pasada la una de la tarde
respondí una llamada de mi hermano Rodrigo que me dijo escuetamente: hermano,
nuestra madre falleció hace unos minutos.
La verdad no sé qué sentí, creo que no
reaccioné durante unos minutos y después me entró un temblor de manos
increíble. Por alguna razón de la naturaleza tengo dos limitaciones y la más
dolorosa es que no puedo llorar; desconozco la causa pero desde hace once años
las lágrimas no brotan como debe ser, los ojos se humedecen y nada más. Envidié
esta capacidad en la mayoría de seres humanos porque deseaba con todas las
fuerzas de mis emociones y sentimientos desahogar en llanto el dolor lacerante
que sentía… pero no pude. La otra limitación no viene al caso.
Soy el mayor de once hermanos, pero
para todo el mundo contamos nueve, de los cuales uno se marchó de este mundo
hace doce años y quedamos sin el amor de madre ocho: tres mujeres y cinco
hombres que recibimos como herencia de esa mujer valerosa y ejemplar las
mejores enseñanzas y su coraje para enfrentar los problemas diarios de la vida.
Cada quien habla de su propia madre adornándola con todas las cualidades del
mundo y la convierten en un ángel del señor venida al mundo a redimir pecados y
salvar almas. Mi madre en vida se llamó María Teresa Angel Baquero y traía el
ángel en su nombre, lo demás fueron cualidades y defectos humanos, más de las
primeras que de los segundos.
Durante largos años fue educadora en
primaria y sus alumnos sobrevivientes la recuerdan como una persona bondadosa
pero estricta; dicen que todo lo que recibieron de mi madre, incluyendo
reglazos, les sirvió para toda la vida y conservan su recuerdo como ejemplo
para sus hijos. Mi madrecita, en medio de su buen humor tenía un carácter
indomable que permitió a la familia Tarazona Angel sobrevivir a las perores
épocas familiares. Es posible que en algunas oportunidades haya tenido que
doblegarse ante las adversidades y refugiarse en el llanto pero en la mayoría
de problemas pudo salir adelante con sus nueve niños. Mi padre fue un buen
hombre pero no quiero hablar de él en este artículo. Mi querido viejo dejó este
mundo en 1980 y lo amamos pero hoy dedico estas palabras a la mujer que me
trajo a este mundo.
A mi madre le heredé sobre todas las
cosas la capacidad de tomar decisiones y afrontar las calamidades; también el
cumplimiento en mis obligaciones y las citas. En un país en el cual todo se
deja para lo último, ella pagaba los recibos el mismo día que llegaban y
exageraba el cumplimiento. Era religiosa sin rayar en la beatería y oraba a su
manera y hasta peleaba con Dios de vez en cuando como vocera de los más
necesitados. Otra de sus virtudes era hacer la caridad a personas y familias de
escasos recursos teniendo en cuenta, en lo posible, que no se enteraran de
donde salían los víveres o el dinero.
Hoy me duele todo pero tengo los
recuerdos de una madre cariñosa y tierna que me dejó innumerables enseñanzas y
ejemplo de vida. Como quiera que sea el otro lado de la muerte ella debe estar
en el mejor lugar posible destinado a los bienaventurados, se lo merece por
todos los méritos acumulados en sus noventa y dos años de existencia terrenal.
Hoy, a pesar de la tristeza y la confusión de emociones y sentimientos que me
embargan estoy seguro de que mi querida madre descansó en paz y dejó una
hermosa y duradera huella en sus hijos, nietos, biznietos y demás familia, amén
de la cantidad de niños que recibieron sus enseñanzas y la recuerdan
con amor.
Que Dios la tenga en el mejor de los
sitios destinado a los justos y que sus bendiciones nos alcancen a los que
estamos en este mundo. Yo la recordaré con mucho amor porque al final del
tiempo ya ella con muchos años y yo también, cuando conversábamos sobre algunos
temas parecíamos más dos amigos que madre e hijo. Demasiadas anécdotas quedan
en la memoria y otras ya se han borrado con el paso de los años pero para mi el
recuerdo que llevo hasta el último de mis días es el de una mujer recta,
valerosa y digna. Espero que en mis más tristes su imagen y su recuerdo sean el
bálsamo que alivie mis penas, como fueron en vida sus palabras y sus caricias
maternales. Madre, te amo y eso basta.
QEPD
Edgar Tarazona Angel
Hola Edgar,esta linda tu carta ,me a llenado de ternura esos pensamientos suyos son dignos de el amor q su madre les infundio a todos ustedes ,como dijo al comienzo todos elogiamos a nuestras madres ,trate de ser feliz q ella desde el cielo se alegrara ,se ve y se nota q es Ud es un hombre noble y eso es x el buen ejemplo q recibimos de nuestros seres querido ,no se x q dejo de llorar ,a veces pasa q no lloramos y a veces lloramos de mas ,con el recuerdo de un amor ,con el recuerdo de sus padres ,espos@ ,hijos ausentes ,etc,etc,le mando un abrazo a la distancia
ResponderEliminarUn amor indescifrable es el materno-filial. Un amor que cruza los sentidos "conocidos" y va mucho más allá de la consciencia. Sentí un desespero en su relato, aunque parezca tranquilo, se siente ese desaire inaudible e inexplicable, que se siente, de manera inevitable, cuando se va un ser. y no diré querido, porque no es un ser querido, es un ser amado, un ser que desata los más hondos sentimientos y pensamientos en nuestras almas. Hace ya dos años que falleció mi hermana; protectora y guiadora de este niño loco y furtivo que intenta vivir la vida de una manera sencilla y cordial. No quiero gastar aspavientos en mi, aquí el asunto es ella. Ella procuró no darme lo mejor, pero si enseñarme lo que fue y es.... Sigue siendo una enseñanza en mi vida, por su sencillez y carácter. Una agudeza mental y suavidad al hablar irrepetibles,... Me desahogo, como usted, con la escritura de lo que sentimos y creemos sentir, porque es allí, en el ejercicio del pensar y dejar brotar las ideas, una canalización apaciguadora de la tormenta que se agolpa detrás de los ojos, y que llena el cerebro e invade por supuesto al corazón. Sin más, Daniel.
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