Nada más apropiado para un Viernes
Santo que intentar revivir el calvario, con su doloroso recorrido, pero
actualizado y aplicado a Iván Duque. En una licencia poética hice una revoltura
entre el viacrucis y las últimas palabras de Cristo para revivir lo que ha sido
hasta ahora el gobierno del presidente.
Empezó como todo Domingo de Ramos con
la entrada gloriosa a la casa de Nariño, en una posesión ambientada por un
ventarrón que auguraba la llegada de negros nubarrones. Ese 7 de agosto del
2018, la sombrilla, que protegía la primera cabeza de la nación, casi sale
volando y las palabras de Ernesto Macías reabrieron heridas, desoyendo el
clamor presidencial por la unión.
Martha Lucía Ramírez, se lava las
manos: Frente a esa desastrosa presentación de Centro Democrático en la
posesión, la vicepresidenta corrió a deslindarse asegurando que una cosa es el
gobierno y otra el partido de gobierno.
Duque cae por primera vez: Poco duró
esa celebración de Ramos, pues con la llegada del ministro de Hacienda,
contagiado por los bonos de agua y por la reforma tributaria, el presidente
cayó en las encuestas. Fue tan duro el resbalón que hubo de retirar la
propuesta de clavarnos el IVA a la canasta familiar.
Azotes de Cambio Radical: Durante
todo el calvario que le ha tocado al presidente Duque ha recibió azotes de
diversas manos. Tal vez los más dolorosos han sido los de Vargas Lleras, quien
no sólo demandó la Ley de Financiamiento, sino que ha formado tolda aparte y
pretende arrebatarle a la Bancada del Oficialismo los cargos directivos del
Congreso.
Duque cae por segunda vez: Su
popularidad no consigue levantar cabeza, especialmente por el tropezón con el
paro estudiantil. Como un penitente con la cruz del gobierno a cuestas, las
encuestas revelan que es incomprendido aún por su propio partido. Entonces los
asesores le encuentran un generoso y también necesitado cirineo, Juan Guaidó.
Este famélico venezolano requiere tanta ayuda como nuestro presidente, así que
a ambos les sirvió juntarse temporalmente para aliviar la carga.
Duque cae por tercera vez: Después de una corta recuperación de la
popularidad otro escollo se atraviesa en el camino, la minga del Cauca. Un
largo mes de sufrimiento prolonga el Calvario hasta que se firma un acuerdo que
permite desbloquear la carretera Panamericana.
Traición de Judas: Para impedir un
alivio total de esta caída, aparece Uribe a darle latigazos durísimos con su
Twitter envenenado de rabia contra los indígenas. El Centro Democrático le da
la espalda a Duque frente a la minga y lo dejan solo con la corona de espinas
que le pone el Fiscal General para que nuestro presidente tenga miedo por su
seguridad. Nadie lo vigila, sino cinco mil indígenas “infiltrados de
terrorismo”
Subida al Gólgota: Todas esas caídas
en el viacrucis son apenas pequeños escollos frente a la cuesta empinada que significa
la votación de las objeciones a la JEP. Derrota, tras derrota, nuevamente Duque
queda solo frente a la Cámara de Representantes a donde no llega ni el malévolo
Néstor Humberto a defender la posición de Duque.
Tengo Sed: No es sólo el fiscal
general el que tiene sed de poder, sino los partidos que en algún momento
podrían haber aliviado la Pasión presidencial. Cambio Radical, Liberalismo y la
U se disputan esa esponja amarga que estaba destinada a los labios del
crucificado. Todos se quedan secos de poder y el presidente reseco de aliados.
Perdónalos porque no saben lo que
hacen: Esta puede ser una de las últimas palabras del viacrucis presidencial.
Sus ministros lo confunden con Uribe y no dan la talla para aliviar la carga,
tanto que ya se pide la cabeza de varios. Frente a tanto sufrimiento a Duque no
le queda más que mirar hacia el Eterno y decir suplicante: Uribe, Uribe, no me
abandones, en tus manos encomiendo mi espíritu.
Faltaría ver si entre Duque y Álvaro
Uribe logran el milagrito de la resurrección.
Publicado en
las 2 orillas por
www.margaritalondono.com
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