viernes, 4 de noviembre de 2011

CAYERON DE UN SEXTO PISO






Como todos los viernes, los dos hermanos se encontraron en el apartamento del menor de ellos y se dispusieron a degustar unos tragos e intercambiar ideas. Así era siempre. Desde su adolescencia se acostumbraron a compartir en el fin de semana tragos y compañía; cuando había chicas pues bebían con ellas y si alguno de los dos ligaba con una, el otro, prudente, se iba ´para otro sitio y los dejaba en el apartamento.
Muchas anécdotas eran compartidas, otras, personales, se comentaban al calor del licor y la música que atronaba en el equipo de sonido. No tenían un gusto específico y todo lo que sonara, pero con letras de amores y sufrimientos, acompañaba las horas eternas de libaciones. No siempre las borracheras eran divertidas, en no pocas ocasiones los hermanos (Gustavo y Jairo) se trenzaron en horas de discusiones por diferentes puntos de vista relacionados con el deporte, la política, la religión o las mujeres.
El día de esta historia Jairo y Gustavo comenzaron a beber muy temprano, desde las ocho o nueve de la mañana, las noticias no son precisas, y después del medio día decidieron subir al apartamento ubicado en un sexto piso. Allí se calmaron un poco los ánimos y comenzaron los abrazos y las lágrimas. Algo, nunca se supo qué, llamo la atención de los hermanos y se asomaron al balcón que daba sobre un pequeño parque con árboles y, plantas ornamentales y sitios con prado para que los enamorados se recostaran a decir frases de amor y acariciarse.
Los hermanos empezaron a silbar a las parejas que estaban en el parque y con motivo del arreglo sobre el altercado destaparon otra botella y continuaron bebiendo… uno de los dos perdió el equilibrio y comenzó a trastabillar en dirección al espacio abierto, el otro, al tratar de ayudarlo, se abrazó a su hermano y ambos cayeron al vació desee una altura de unos diez o doce metros. Jairo cayó sobre el duro cemento y Gustavo sobre él pero rodó a un prado donde quedó sin sentido.
Cuando llegaron los Cuerpos de socorro, dictaminaron que Jairo había muerto de manera instantánea; a Gustavo o trasladaron de urgencias a una clínica, en estado de coma, en la cual permaneció durante sesenta días; de allí salió en silla de ruedas y con pronóstico reservado… unos meses más tarde, cuando se sintió mejor, entró en una tienda y pidió media de aguardiente, pera celebrar su buena suerte.
 Relato sacado de mi libro HISTORIAS ÉBRIAS
edgar tarazona angel

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