domingo, 5 de agosto de 2012

SE VE EN LA PLAYA




Este es un ejercicio que hace unos años hacía con frecuencia después de visitar un lugar específico como un parque, un lago, el mar, un teatro, el estadio, etc. Para mí era un pasatiempo divertido que me permitía evocar personajes y situaciones. Las más comunes las dejo porque son comunes a la memoria de todos los visitantes de dichos lugares y, más bien, hago un listado de las curiosas que contienen algo de humor o curiosidad. Veamos las del mar:
·         La parejita de recién casados que no se suelta en ningún momento y se manda tomar fotos en todas las posiciones y lugares.
·         La señora regañona que no se mete al mar y permanece sentada bajo la protección de un toldo y a gritos dirige a sus inquietos retoños.
·         Los hijos de dicha señora que hacen todo lo contrario de lo que les indica, toteados de la risa y seguros de su impunidad.
·         El marido de esa señora que observa desde más lejos el espectáculo de su familia, muerto de la risa mientras desocupa la décima lata de cerveza.
·         El vendedor de alegrías (dulce autóctono) que mantiene una cara de tristeza exagerada porque las ventas de la temporada han sido muy bajas.
·         Las trenceras (tejedoras de trenzas en el pelo de las turistas) desconsoladas porque ahora casi ninguna les hace caso. Sus antecesoras de hace pocos años abusaron de las visitantes con cobros desmesurados y abusivo y ahora las visitantes prefieren seguir con sus cabellos lisos.
·         Los vendedores de cerveza y gaseosa que pregonan su venta a crédito y llegan raudos a cobrar cuando el cliente muestra deseos de irse.
·         Los chicos y chicas que promocionan hoteles de cinco estrellas y le meten a uno los catálogos por los ojos y las narices pregonando las maravillas de sus hoteles.
·         Mi amigo Luis Carlos Quintero, el escultor en arena, que participó en el encuentro internacional de Bogotá hace poco y este año en Santa Marta le demoraron el permiso y se tuvo que contentar con hacer la familia Simpson de afán.
·         Las y los turistas del interior descoloridos y deseosos de adquirir el color canela de las nativas. Se embadurnan el cuerpo con bronceadores y bloqueadores y se tiran sobre una toalla a quemarse.
·         En las horas de la tarde los mismos del punto anterior que terminan con quemaduras de segundo grado en todo el cuerpo y no pueden salir de sus hoteles los siguientes días del paseo. En el peor de los casos deben ingresar a una clínica.
·         Una familia campesina que llega a la playa con sus atuendos típicos: ruana, sombrero, alpargatas… las señoras se meten al mar en camisón y llevan consigo totuma, estropajo y jabón que usan sin timidez ante las risas disimuladas de todo el mundo.
·         Los adolescentes sin control que salen en las noches y tienen trago como para 15 días, llevan un equipo de sonido que lanza a los cuatro vientos el rock de moda y ellos brincan y gritan mientras ríen sin motivo y escandalizan a las personas pacatas.
·         Las chicas del mismo grupo desacostumbradas al consumo de alcohol que se emborrachan y vomitan en grupo en medio de las burlas y chiflidos de los varones.
·         Algunas mamás controladoras que recorren angustiadas la playa arriba y abajo buscando sus nenes sin saber que están por ahí cerca metidos en una discoteca y felices.
·         Las chicas exhibicionistas que pasean sus cuerpos esculturales por todas partes y en ningún momento se meten al agua.
·         Los hombres maduros que se creen irresistibles y hacen esfuerzos sobrehumanos para ocultar la barriga.
·         Las parejas disparejas: esas conformadas por hombres viejos y chicas que podrían ser sus nietas. Lo contrario también se ve pero es menos común.
·         Los viejitos criticones que sólo van a la playa a criticar todo lo que hace el resto del mundo y no disfrutan de nada. Algunas viejitas van con camándula en mano y rezan todo el tiempo pidiendo perdón a Dios por los pecados de todos estos pecadores que son el resto de humanidad que disfruta de la playa y el mar.
Es posible que muchas cosas se me hayan pasado por alto. El ejercicio me devolvió a los días mágicos que pasé junto al mar y entre el mar. Espero que por lo menos una sonrisa aflore en sus labios al leer mis impresiones.
Edgar Tarazona Angel
www.larmancialtda.com 

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