viernes, 3 de octubre de 2014

LA MOSCA QUE LEÍA POEMAS

SERGIO MARENTES OTÁLORA, alumno mío hace algunos años y ahora amigo y compañero en el

 mundo de las letras publicó este entretenido cuento, relato o como lo quieran llamar.

LA MOSCA QUE LEÍA POEMAS, POR SERGIO MARENTES
Grabando mi lectura de un poema me di cuenta de que, conmigo, la mosca del otro lado de la ventana leía también en voz alta. Lo supe porque me silencié sorpresivamente, sin dejar de mover mis labios, y ella, cayendo inocente en la trampa, continuó con el poema con su vocecilla aguda. El poema era tan bueno que la pobre concentró todos sus ojos en él, en leerlo para ser precisos, y no me descubrió haciendo fonomímica. Pasé la página como si nada y continué con el siguiente poema, utilizando la misma técnica de fingir que leía en voz alta, y el insecto continuó leyendo. Siempre leyó.
Así continuamos por horas: leímos antologías enteras, poesías completas, poemarios sin importancia, obras maestras del siglo de oro, hasta antipoemas; leímos a Watanabe, a Eliot, a Silva, a Quevedo, a Boccanegra, a la Storni, a Walcott, a Quasimodo, a muchos poetas de todas las razas; leímos mucho a Mutis; no leímos a la Belli. Deseé que nunca terminara esta experiencia de tener la voz de la mosca que leía poemas por mí. Deseé que hubiera poesía suficiente para cada mosca del mundo. Deseé ser una mosca lectora.
Pero tuve tres problemas:
  1. la grabadora se quedó sin batería.
  2. la mosca murió de vieja.
me olvidé de hablar y mis labios nunca dejaron de moverse.

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