EN COLOMBIA
TODOS SOMOS TECNICOS DE FÚTBOL
Cada vez que llega un torneo de fútbol donde participa la
selección Colombia aumenta la temperatura en todos los niveles futbolísticos.
Digo aumenta porque esta fiebre está presente todos los días y a toda hora en
todos los rincones de la geografía de la patria. Colombiano que se respete es
hincha de uno de los equipos profesionales y hasta pelea por ellos llegada la
hora pero, su gran pasión es la Selección.
En el torneo rentado, o profesional, 20 equipos pelean a
muerte por la supremacía de este deporte que entrega dos trofeos de campeón
cada año, y hasta muertos hay durante el transcurso de los partidos. Pero ese
no es el punto central de estos pensamientos. Los que no sabemos mucho de fútbol
quedamos asombrados ante la “sabiduría” de la mayoría de fanáticos que arman y
desarman alineaciones con una sapiencia que ya quisieran para otras actividades
de la mente humana.
No soy un gran aficionado al fútbol; esa fiebre se me quitó a
raíz de la violencia desatada dentro y fuera de los estadios, lugares donde se
podía ir con los amigos y hasta con la familia a disfrutar una tarde dominical.
Cuando el asunto se les fue de las manos a los directivos en todo el mundo y
aparecieron en Inglaterra los famosos Hooligans que sembraron miedo por donde
quiera que había torneos internacionales de este deporte, su mal ejemplo cundió
por todo el planeta y yo, por ejemplo deje de asistir a la tribuna y perdí mi
entusiasmo por el deporte del balón y las patadas.
Ahora, en cualquier lugar, se habla de fútbol, y no de
cualquier manera; los aficionados saben de memoria los nombres de los equipos,
las alineaciones y son eruditos en tácticas y estrategias. Desde su asiento y
cerveza en mano corrigen al director técnico y si, por mala fortuna el equipo
en cuestión pierde, tienen todas las explicaciones del caso para demostrar que
dicho señor se equivocó en los cambios, la alienación y hasta en los guayos que
se pusieron sus dirigidos… y por derecha, dicen coléricos, la madre que lo
parió, trajo al mundo un engendro que no merece dirigir ni un partido de
párvulos, esto adornado con todas las palabras de grueso calibre que tiene
nuestra lengua española.
Soy muy curioso y tengo buen oído, de manera que sin querer
queriendo como dice El Chavo, escucho conversaciones en los buses, cafeterías y
otros sitios públicos y por lo general, si son hombres, el tema es fútbol o
política. Es increíble la sabiduría que demuestran todos los caballeros
colombianos que deberían, cualquiera de ellos, estar al frente de la selección
y ahí si, con sobra de peritos, seriamos campeones mundiales por encima de
Brasil. Pero no, a la Dimayor no se le ha ocurrido ahorrar una gran cantidad de
dinero y en lugar de contratar a Pekerman u otro similar, debería dejar el
combinado patrio en manos de don Carlos Rodríguez, un vecino mío que es el que
más sabe de fútbol en este país, eso lo dice él y todos los borrachos que lo
acompañan.
Y si de sabios y entendidos se trata en este asunto, como no
hablar de Carlos Antonio Vélez, Hernán Peláez Restrepo y todos los
comentaristas que hacen y deshacen con el tema de la selección. Cualquiera de
ellos sabe más que Mourinho o el más destacado técnico del planeta.
Entréguenles la selección y seremos campeones. O que se callen la boca y dejen
de explicar donde se equivocan los que dirigen los equipo, de una vez por todas
deberían dejarles la dirección de, por ejemplo, el América de Cali que necesita
con urgencia ascender a la categoría A y no ha podido, seguro que uno de ellos
logra lo que no han podido los entrenadores más calificados. O Don Carlos, mi
vecino sabio en estos temas.
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