miércoles, 15 de junio de 2011

AÑORANZAS


Poema de mi amiga mexicana, la escritora y poeta Elena Ortiz Muñiz

Hoy nos encontramos de nuevo…
estabas en el silencio de una tarde vacía.
Así sucede siempre
en el momento menos pensado
cuando creía haberte olvidado
apareces inesperadamente
para remover escombros
de un pasado entumecido
que lucha por no permanecer dormido
y quiere seguir siendo presente.
Pero es imposible.
A pesar del cariño, la historia
los besos, el siempre y el nunca…
Regresas a mi, invariablemente regresas.
Estás ahí al despertar.
Llegas fresco y fragante como el amanecer
doloroso y herido
cuyo firmamento ensangrentado
invita al nacimiento de una nueva vida
que no he podido parir.
porque ¡Estas aquí!
Siempre estás aquí…
Y sin embargo, te has ido.
Es decir, tu cuerpo partió
pero me quedó tu esencia
esparcida en el jardín
llenando mis pulmones cuando el viento sopla
invadiendo mi cuerpo, mi alma, mis ganas, mi todo


¡Estás aquí, mi amor!
aunque te hayas ido
Te encuentro en la lluvia
en las noches de luna
entre las sábanas níveas
y los rincones sin vida
de esta casa repleta de sombras
y recuerdos tercos
de lágrimas secas, recientes, asfixiadas
gritos amordazados de una voz que es mía
y se alza impotente rasgando penumbras:
“No puedo más”
Y debo aceptar que aunque el viento sople
trayendo tu aroma permanezco sola
tan abandonada como mi cuerpo, mi alma, mis ganas, mi todo.
Aunque venga la lluvia las gotas serán solo gotas
la  luna un satélite lejano y frío
las sábanas frías golpearán mi cuerpo con impiedad
haciéndome conciente de mi creciente soledad


¿Qué puedo hacer si te veo una y otra vez?
de manera continua, repetida, atroz
como una tortura fríamente preconcebida.
Te encuentro en los ojos de un niño travieso
en las manos que se alzan exigiendo justicia
en las calles repletas de historias
en cada flor seca que aparece entre las hojas de un viejo libro
en el viento que susurra tu nombre tantas veces repetido
en los labios del joven gallardo de la banca en el parque
pero también en la sapiencia del viejo olvidado
en la sonrisa franca del hombre del piano en el café de la esquina
en el calor de las tardes sin lluvia
en el frío de los inviernos que dejan mis dedos tan congelados…
como mi corazón.


Por eso, aunque quiera olvidarte no lo he conseguido.
Busqué en otros cuerpos, besé labios extraños
llené mis manos con manos ajenas,
miré esos ojos que no eran como los tuyos…
Y me sentí vacía, me supe perdida
Debo arrancarte de tajo como a la hierba mala del jardín
que invade las rosas, las cubre y asesina lentamente
sin piedad ni motivo.
Pero no puedo…
porque siempre terminas regresando.
Ahora mismo estás aquí
entre estas letras que he escrito con tanto dolor
porque jamás te marchaste del todo
tu cuerpo se fue pero se ha quedado conmigo tu esencia
tu todo, tu alma, tu infinito amor.


Aún así sigo estando sola
porque no solo te llevaste tu presencia querida,
en esa maleta que fue un verdugo traidor
guardaste tu ropa pero también mi corazón
lo arrastraste por todas las calles hasta dejarlo agónico
herido, lastimado, solitario, sin esperanzas.
Me lo robaste. Me dejaste vacía…
Es insoportable
Es imposible
Es inútil
Aunque retornes…te has ido
Aunque te hayas quedado…te has ido
Aún cuando respiro…no existo
Tengo movimiento…pero no motivo
Siento tanto amor…inútilmente
Estoy viva…pero hace tiempo que he muerto
¡Cuántas añoranzas!
Elena Ortiz Muñiz

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