Este soy yo con mi tía Inés
El potrero de Bavaria
§ La mayor productora de cerveza en el país instaló una valla publicitaria
en el potrero ubicado a la entrada del pueblo, cien metros abajo de
la Virgen de Fátima, y, a causa de esta valla de Bavaria, así quedó bautizado
el potrero que hace parte de los recuerdos de todos los niños de mi época. Allí
jugábamos pelota (ojo, pelota, no fútbol, deporte casi desconocido en el pueblo
por esos años), soldados libertados y, lo que más nos gustaba: indios y vaqueros,
o tipos y apaches, dando rienda suelta a nuestras fantasías con los héroes del
Far West de los cómics de aquella época. El otro encanto era que las niñas
tenían prohibido ir solas por esos rumbos. Debo recordarles que estoy hablando
de niños menores de once años y por esos años uno era medio pendejo y de niñas
nada de nada. Ahora los niños ya nacen aprendidos o aprenden mañas demasiado
rápido, ayudados por todos los medios de comunicación. Ahora en lo que fue este
potrero está ubicada la plaza de mercado que antes estaba en la plaza
principal, frente a la iglesia y al llamado Palacio municipal, que tampoco era
donde es ahora sino en la cuadra que queda de la iglesia para abajo, una casona
vieja que también tenía unos cuartos destinados a servir de cárcel.
§ Los juguetes de nuestra infancia
§ El aro, las bolas de cristal, los zumbadores (burriones en colombiano),
las cometas, caballos de palo, los carros de madera para las carreras, la coca
(la de “embocholar” o enchocolar una bola de madera con un hueco unida por una
piola a un palo sostenido en la mano) de fabricación artesanal made in
Chiquinquirá. El trompo….éste era a veces un juego cruel para el
perdedor, pues tenía que terminar exponiendo sin excusas su trompo o alguno que
tenía como plan B denominado cachuro, a una estocada de triunfo(los quecos o
secos) que consistía en ensartar el trompo perdedor en el herrón-hacha de un
trompo del ganador que acometía el remate de su triunfo con cierta morbosa
y placentera sevicia, y que siempre tenían todos los jugadores
preparado especialmente para el caso, o si no….más cruel para el perdedor era
ver su trompo vuelto leña al dejarle caer encima el ganador la piedra más
grande que encontraba…total, ese era el reglamento, y con uno u otro
sistema el trompo de marras quedaba vuelto astillas.… De verdad nuestra
infancia no tuvo muchas distracciones. Aparte de los juguetes nombrados sólo
teníamos nuestra imaginación.
§ No crean muchachos que nos aburríamos, para nada, jugábamos todo el
tiempo que teníamos disponible y gozábamos con lo que teníamos a nuestra
disposición. Muy pocos tuvimos triciclo y como el pueblo es tan quebrado era un
juguete que uno usaba en el patio de la casa. En navidad llegaban los carritos
de lata y esos si los sacábamos arrastrados con una pita pero no eran de
nuestras preferencias.
Hola amigo Edgar. Recordar la infancia nos hace revivirla, y siempre resulta muy agradable si ha sido feliz, como en tu caso y en el mio...Yo tampoco tuve juguetes.. Mis padres me hacían muñecas de trapo, pero jugaba en la playa con mis seis primos (ya que no tengo hermanos), y era completamente feliz...Nunca he envidiado a nadie, y me compadecia de una niña rica hija del farmacéutico, que iba a mi escuela, y la veía tras de la ventana siempre estudiando....mirándonos con carita de pena. Adivinaba que habría dado parte de su vida por tener la libertad que teníamos nosotros...Un abrazo. Y sigue escribiendo, lo haces muy bien.
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