LOGRAR LA PAZ
Las últimas semanas han estado acompañadas, al menos desde las
principales tribunas de la prensa colombiana, de distintas revelaciones sobre
los intentos pasados que el expresidente Álvaro Uribe Vélez hizo para lograr un
acuerdo negociado con la guerrilla de las Farc: en el listado se encuentran
nombres nuevos y viejos, acercamientos y propuestas, mediadores y grabaciones.
Por: Elespectador.com
De todo. Un compendio probatorio entero que han
celebrado, sobre todo, los malquerientes del hoy senador del Centro
Democrático, quien, valga decirlo, es posiblemente el principal opositor (al
menos el más visible e insistente) al proceso de paz que, en Cuba, negocia Juan
Manuel Santos como presidente. Las réplicas de estos secretos —que para el
expresidente no lo son— no se han hecho esperar.
El senador del Partido de la U Roy Barreras presentó esta semana
un capítulo más de ese largo libro de los ocho años del gobierno pasado: reveló
una ley que promovió el senador Uribe durante su gestión, en la que, a grandes
rasgos, creaba unas circunscripciones especiales de paz para que tuvieran lugar
en “las elecciones a corporaciones públicas que se realicen antes del 7 de
agosto de 2006”, o que abría la posibilidad para que el Ejecutivo nombrara
“directamente, por una sola vez, un número plural de congresistas, diputados y
concejales, en representación de los mencionados grupos en proceso de paz y
desmovilizados”. La Corte Constitucional tumbó en su momento dicho parágrafo
metido en la ley de referendo que se sometió a aprobación final de los
colombianos.
A lo que quiere llegar el senador Barreras con todo esto es a
que entendamos los ciudadanos que “Uribe no sólo intentó la paz y no sólo
ofreció de todo, sino que de manera anticipada en el referendo pretendió
otorgarse facultades especiales para nombrar a dedo curules para los grupos
ilegales y no sólo las guerrillas, sino también para los paramilitares”. Sus
palabras exactas.
Ese, al parecer, es el ejercicio de memoria colectiva que este
país pretendidamente necesita: saber que el principal opositor a los diálogos
de paz de hoy intentó ayer, en otras condiciones que unos califican de más
laxas, un proceso del que podrían hacerse las mismas críticas. Eso es lo que
nos han vendido a nosotros como sociedad. Una línea más en ese gran relato
colectivo de polarización que ha caracterizado a Colombia durante los últimos
tiempos.
La memoria sobre los hechos del pasado podría llevar, sin
embargo, a una conclusión bien distinta. Una más provechosa que parta, como
hemos pedido desde este espacio en más de una ocasión, de un consenso mínimo de
verdad. Que al parecer existe. No es desde el revanchismo histórico, desde el
desenfado crítico, de donde podemos echar mano para encarar un nuevo episodio
como el de un proceso de paz que se discute de forma lenta pero que parece que
eventualmente llegará a algún lado. ¿O cómo es que han sido interpretadas estas
oportunas revelaciones de hechos? ¿Cómo es que quieren vendernos esa verdad?
El provecho es otro, el mensaje subyacente que hay,
la otra cara de la moneda: lo difícil que es lograr una paz concertada entre
dos partes. Lo difícil que es conseguir un consenso (de las instituciones, de
la sociedad) para lograr un proceso de reconciliación en el que se cambien las
balas por las palabras políticas. Si fue considerado en el pasado, es posible
que sea considerado en el futuro. La eventualidad no es un disparate. ¿Lo
consideramos?
PERIODICO EL ESPECTADOR de Bogotá, Colombia
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