© Semana Y ahora, ¿qué
hará Uribe?
En sus más de
treinta años de vida pública, Álvaro Uribe ha sumado
tantas triunfos como fracasos en la política nacional. Todo el país conoce su
sonrisa cuando lo acompañan las victorias, y sabe que el dirigente antioqueño
es de los pocos que se quedan cruzados brazos asimilando las derrotas, por un
rato...
Las palabras que pronunció el presidente Juan
Manuel Santos este martes, en su alocución nocturna, pudieron
suponer una derrota para el senador jefe del Centro Democrático, principal
movimiento político que dijo No al primer acuerdo de paz entre el gobierno y
las FARC. Uribe escuchó al mandatario
en la plenaria del Senado, allí se dio por notificado que el
nuevo acuerdo de paz, que no incluyó las preocupaciones sustanciales del No,
será refrendado e implementado en el Congreso.
La sonrisa que Uribe tenía en el rostro el pasado 2
de octubre, cuando consiguió una sorprendente victoria en el plebiscito, ha
desaparecido de su rostro, 51 días después. Pero seguramente, en su cabeza, ya
se prepara el nuevo paso a seguir, porque conociendo al expresidente, no se
quedará mucho tiempo masticando el golpe.
Uribe apostó porque se implementara un nuevo
acuerdo de paz, pero no como el que sellaron el gobierno y las FARC hace una
semana. Quería modificaciones “sustanciales”, pues asegura que el nuevo texto
tiene graves contenidos, que en su criterio, el país no debe aceptar.
Para el jefe del Centro Democrático, y principal
jefe del No, en el nuevo acuerdo “se mantiene la impunidad prácticamente igual
a cómo estaba en el primer acuerdo”; “se
mantiene el narcotráfico como delito conexo al delito político; “y la única
salida que se le da a las Fuerzas Armadas es acudir al tribunal de las FARC a
reconocer delitos no cometidos para encontrar su libertad”.
También le genera preocupación que no se hubieran
acogido algunas sugerencias en el tema de enfoque de género, aunque aclaró que
todos están de acuerdo con reconocer los derechos de la mujer.
Lo mismo que le preocupan 600 secuestrados de las
FARC de los que no se tienen noticia, y que las víctimas de la guerrilla
reclaman respuesta.
Y aclaró que los voceros del No renunciaron a una
convicción y aceptaron que puedan elegir a los miembros de las FARC, pero
después de que cumplan una pena adecuada.
Como el gobierno y las FARC no atendieron esas
observaciones, Uribe le pide a la opinión pública pensar en lo que significa el
nuevo acuerdo de paz para el futuro del país. “Hoy se le acepta esto a las FARC, mañana qué pasará con sus
disidentes, con el ELN, con 3500 bandas criminales, en un país que tiene hoy,
según la Fiscalía, más de 150.000 hectáreas de coca”.
Pero como a Uribe se le agotó el oxígeno que recibió
el 2 de octubre en las urnas, ya no tiene otra alternativa que enfrentar el
nuevo acuerdo en el Congreso, durante su implementación.
No es un escenario favorable para el expresidente,
pues allí, en algo más de dos años, lo que ha cosechado es una colección de
derrotas. La coalición de la paz es tan amplia que en todas las votaciones el
uribismo ha perdido por goleada.
“Nosotros también
hemos dicho que el gobierno y las FARC modificaron unos temas en buen sentido,
los recibimos bien, y otros que se pueden ajustar en el Congreso”, dice Uribe, pero en su conciencia debe saber que si se salva el Fast
Track no se pueden modificar los textos del acuerdo en los debates de la
implementación en Senado y Cámara de Representantes. Aunque parece la crónica
de una derrota anunciada, el uribismo ha demostrado que cuando pierde, lo hace
con las botas puestas, o dilatando los debates como dirían los congresistas de
la Unidad Nacional.
En primer término, a diferencia de lo dicho por
Santos, que el Congreso es una vía legítima para refrendar los acuerdos, Uribe
considera que, de acuerdo con la palabra empeñada por el presidente de la
República, y a la luz de la sentencia de la Corte Constitucional, “se debe
acudir es a la refrendación popular, bien sea de todo el acuerdo o por lo menos
de esos temas sensibles sobre los cuales no hay acuerdo”. De acuerdo a estas
palabras, que nadie descarte una demanda contra la refrendación, vía Congreso,
del nuevo acuerdo de paz.
Pero la bandera de la defensa de esos temas “sensibles” Uribe no solo la enarbolará en el
Congreso. También lo hará en las calles, un escenario menos adverso y que le ha
dado gran parte de sus alegrías en la política.
“Centro Democrático
estará permanentemente en la lucha por estos temas (…). Nos toca trabajar aquí
en el Congreso y en la calle, con los ciudadanos que puedan acompañar las tesis
que defendemos”, dijo Uribe, a la vez que mencionó la
palabra referendo. “Vamos a ver qué se hace en materia de promoción de
referendo, de otras alternativas”, todo para buscar un nuevo pronunciamiento
del pueblo que pueda respaldar sus tesis.
Que Uribe y su partido se suban en el tren de la
paz, seguramente no se verá. Por el contrario, lo que se advierte es una
apuesta fuerte en contra del nuevo acuerdo de paz. Puede ser una posición
anacrónica, pero seguramente algún rédito electoral tendría, más aún cuando el
debate presidencial del 2018 se acerca a pasos agigantados. Y allí, Uribe,
experto en victorias y derrotas, será parte del juego.
Tomado de REVISTA SEMANA
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