LOS HILOS QUE MUEVE SAÚL CRUZ,
EL FUNCIONARIO QUE FINGIÓ UNA AGRESIÓN EN EL CONGRESO
La
primera vez que Saúl Cruz se subió al atril del Senado fue el pasado miércoles. En ese lugar, reservado para las intervenciones
de congresistas, ministros y altos funcionarios, denunció un presunto ataque de un camarógrafo de Noticias Uno del que se declaró víctima. Se señaló en el pómulo las consecuencias de la supuesta
agresión. Volvió a su lugar y desde allí comprobó la solidaridad de los senadores. Quienes
vieron el espectáculo se percataron de que aquel funcionario, que ostenta el
cargo de subsecretario del Senado, tenía gran influencia entre los
parlamentarios. No se equivocaban.
Aunque la palabra subsecretario pareciera hacer
alusión a un funcionario de bajo perfil, en los zapatos de este tolimense,
nacido en Rovira, parece alcanzar otra dimensión. Según la ley, sus funciones se limitan a asistir al secretario general, y reemplazarlo
en caso de ausencia. Pero Saúl Cruz las ha llevado a tal punto que no hay una
hoja que se mueva en el Congreso sin que pase por su revisión.
Es
un conocedor de todos los secretos del Capitolio, ese lugar que más que su oficina parece su casa, pues lleva
más de dos décadas casi siendo parte del inventario del Congreso. Saulito, como le llaman la mayoría de senadores, ha sabido utilizar su
despacho para mover algunos hilos de la política, especialmente todo aquello
que huela a burocracia.
Estudió economía en la Universidad Externado y llegó al Congreso hace 23 años, de la mano del entonces senador Guillermo
Angulo Gómez, tolimense como él. Su primer cargo no fue
cualquiera, era el director de bienes y servicios
del Congreso. Allí consolidó sus padrinazgos políticos, pues se le señaló de ser cuota de otro congresista tolimense, Luis Humberto
Gómez Gallo.
Tras seis años en ese cargo, ascendió al de subsecretario del
Senado en 2002, cuando fue elegido por la plenaria como cuota
del Partido Conservador. Luis Alfredo Ramos fue el encargado de posesionarlo.
Desde entonces, cada periodo se repite una escena, la aclamada votación que
registra para mantenerse en el cargo. En 2010, por ejemplo, fue
reelegido con 100 votos, un resultado incluso superior al que obtuvo Armando
Benedetti como presidente del Senado.
Desde entonces, despacha en la segunda oficina tras ingresar al Capitolio. Allí se mueven todo tipo de asuntos. Los congresistas tramitan solicitudes de tiquetes aéreos, excusas, asignación de vehículos.
Cada cuatro años los parlamentarios desfilan para separar las oficinas, y a
diario se definen el orden del día de los proyectos. Saúl Cruz es el encargado de atender todas las peticiones de los
senadores, quienes casi siempre salen de aquel despacho con el favor resuelto.
Pero esos no son los únicos asuntos que detrás de esa puerta de
madera se manejan. Saúl Cruz ha convertido la
oficina del subsecretario en una agencia de lobby a la que muchos acuden para conseguir la aprobación de un proyecto de
ley, pero sobre todo para determinar algunas elecciones que suceden en el
Senado. Una habilidad, en buena parte, producto de sus
magníficas relaciones con los senadores durante más de dos décadas deambulando
por el Capitolio.
A finales de 2008,
el subsecretario fue clave para que el Senado eligiera a Ordóñez procurador
general de la Nación. Los senadores lo nombraron compromisario, es decir el encargado
de hacer cumplir los acuerdos. En buena parte lo que se pactó en aquella
ocasión fueron algunas de las más de 700 plazas de procurador judicial, cargo
que ostenta un salario de magistrado, y que terminó repartido entre
parlamentarios de varios partidos políticos.
Tras la elección, Cruz era el encargado de velar porque se
cumplieran los compromisos, pero no solo eso, también tuvo cuotas en la Procuraduría durante la era Ordóñez.
El caso más evidente fue el de su hermano, el coronel de la Policía Héctor
Alfonso Cruz Bonilla, quien fue nombrado jefe de Seguridad de la Procuraduría. También se le atribuyeron otros cuatro puestos en los despachos del
Ministerio Público en el Tolima.
La misma fórmula que repitió cuatro años después, para la
reelección de Ordóñez que el Consejo de Estado anuló con posterioridad. Voto a
voto, compromiso a compromiso. Pero no solo eso, fue la llave de Martha Isabel Castañeda, la viceprocuradora general, que
tenía entre sus funciones servir de enlace con el Congreso, que no es otra cosa
que hacer lobby.
A Cruz también se le atribuye el triunfo de la
elección, en 2012, del magistrado Luis Guillermo Guerrero, y quizás la mayor de
sus victorias fue la sorpresiva victoria de Carlos Bernal, también como
magistrado de la Corte Constitucional, en la elección que tuvo
lugar en el Senado hace un mes.
Sin embargo su gestión no necesariamente es
sinónimo de éxito. Saúl
fue el gran derrotado en la elección de
procurador general, el año pasado, pues se encargó de mover y buscarle votos a
la candidata María Mercedes López. Esa vez hasta su partido, el
Conservador, terminó votando por Fernando Carrillo.
El pasado miércoles (ver imágenes) estuvo a punto de darle una
derrota al gobierno. Movió la campaña de Álvaro Motta
por lo que muchos lo asociaron con Alejandro Ordóñez. Tras
dos semanas abordando a sus amigos los senadores, curul por curul, le faltaron cinco votos para asestar su nuevo golpe.
Tras la elección, Saúl Cruz subió al atril, consciente que con su poder podría
provocar alguna retaliación del Congreso contra los periodistas que
presuntamente lo habían agredido.
Cruz salió a la palestra este domingo cuando Noticias Uno reveló que el subsecretario del Senado no había sido víctima de ninguna
agresión, por el contrario la simuló. Como cuando un futbolista finge una
falta en el video se aprecia al funcionario cabeceando al camarógrafo dos
veces.
El hecho de que el Senado haya creído en su versión
es la prueba de que el subsecretario tiene arraigo e influencia entre los
parlamentarios. Por su denuncia pública
la Procuraduría le abrió una investigación, y en las redes sociales varios
congresistas y ciudadanos del común exigen su renuncia.
Saúl Cruz, sin embargo, pidió cinco días de vacaciones, pero hará lo posible por mantenerse en un cargo que ha ocupado 15 años. Aspira
a ser secretario del Senado. Hace cuatro estuvo a punto de
lograrlo, para reemplazar a Emilio Otero, quien prácticamente fue su maestro en
el manejo de todos los secretos del Congreso, pero aquel cargo le correspondía
al Partido de la U, no a los conservadores.
Es probable que regrese tras esa licencia, como si nada hubiera
pasado. A pesar de haber mentido en el atril, los senadores no le quitarán el
cariño, y su poder e influencia seguirán vigentes. A Saúl Cruz lo consideran el
senador 103.
Tomado de revista SEMANA
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