Mostrando entradas con la etiqueta armas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta armas. Mostrar todas las entradas

martes, 6 de diciembre de 2016

LA SEGURIDAD, EL PRINCIPAL TEMOR DE LOS GUERRILLEROS DE LAS FARC AL DEJAR LAS ARMAS


La incertidumbre sobre cómo se garantizará la seguridad de los guerrilleros una vez dejen las armas, ronda la mente de muchos de los miembros de las FARC que esperan en sus campamentos a que llegue la jornada "D+5" en la que comenzarán a abandonar sus fusiles.
"En nuestra seguridad es en lo que nosotros siempre pensamos", explicó a Efe "Jenny Cabrales", de 34 años, 19 de ellos en la guerrilla.
Pese a ese temor latente a qué pasará cuando deje su fusil y "tome la palabra", cree que si el objetivo es alcanzar la paz deben "arriesgar y eso incluye la vida".
Desde su campamento en las estribaciones de la Serranía del Perijá, cercana a la aldea de Conejo, en el caribeño departamento de La Guajira, "Jenny" enumera los últimos asesinatos de los líderes sociales a lo largo del país.
Tan solo este domingo Carlos Ramírez, defensor de derechos humanos y reclamante de tierras del resguardo indígena Wayú de Mayamangloma, en el municipio guajiro de Fonseca, fue víctima de un atentado, aseveró.
Pese a que las condiciones de seguridad del grueso de la guerrilla en las zonas de campamentos ha mejorado ostensiblemente desde que comenzó el cese bilateral del fuego el pasado agosto, en ese punto de preagrupamiento transicional los guerrilleros mantienen vigilancia armada las 24 horas del día.
A la duda sobre la seguridad personal de los guerrilleros se suma la incertidumbre frente a su futuro laboral, ya que muchos de ellos no saben de qué van a vivir, cómo se van a sostener, en qué se podrán emplear en el momento en que definitivamente entren a la vida civil y ya no estén bajo el amparo de la guerrilla.
El plan de "Jenny", al igual que el de muchos de sus compañeros, es "empezar a realizar una labor comunitaria de organización de masas" y dedicarse de lleno al trabajo en el partido político legal que funden las FARC tras desmovilizarse.
Sin embargo, esta mujer menuda en la que no se notan el paso de los años ni la rudeza de la vida en la selva, confesó que aunque se están preparando para el tránsito a la vida urbana, sabe que el día que vuelvan finalmente a la legalidad se van a "estrellar con la realidad del diario vivir".
"Jenny" confía en poder realizar ese trabajo político en la vida civil, pues manifiesta que no sabe en qué se podría emplear: "Ni siquiera sé como puedo llegar a una empresa a pedir empleo, solo sé que piden muchos papeles que yo no tengo".
Esta integrante de la "Unidad Efraín Guzmán", que hace parte de la seguridad personal de "Bertulfo Álvarez", alias de Emilio Cabrera Díaz, uno de los líderes de las FARC, aseguró que entró a la guerrilla por convicción política y que con el pasar de los años este convencimiento se "reforzó aun más".
Manifestó que conoce a las FARC desde que tenía cinco años, cuando "los muchachos llegaban hasta la finca que cuidaba mi padre en un pueblito del César (departamento del norte de Colombia) y le ayudaban con la cosecha".
"A mis dos hermanas y a mi las guerrilleras nos peinaban, jugaban con nosotras y nos trataban muy bien", apostilló.
Una de las motivaciones que tuvo "Jenny" para ingresar a la guerrilla fue la pobreza en que vivía su familia: "Fueron muy pocos los diciembres en que mis hermanos y yo estrenamos (ropa), mi papá era tire y tire machete para cosechar la tierra pero la plata no alcanzaba".
"Veía que la gente alrededor de mi familia también era muy pobre y eso es lo que tenemos que cambiar", agregó.
Hoy 19 años después, con el nuevo acuerdo de paz firmado el pasado 24 de noviembre y refrendado finalmente por el Congreso la semana pasada, "Jenny" pasa los días entre los quehaceres cotidianos, las guardias de seguridad que le toca hacer, el acercamiento con la comunidad de Conejo y el estudio del texto de los acuerdos. 

 TOMADO DE AGENCIA DE NOTICIAS 

viernes, 22 de mayo de 2009

David, el asesino

Yo soy David. Soy un asesino; esa es mi profesión y no sé hacer nada más. Cursé dos años de medicina; abandoné la carrera porque la sangre me causa malestar; si, parece una contradicción pero detesto el olor de las heridas, no soporto ver personas sangrando, odio las hemorragias, etc. ¿Entonces? Cuando me retiré de la universidad llevaba un bagaje de de conocimientos anatómicos. Sabía con exactitud la ubicación de los órganos; el funcionamiento de los sistemas y de los aparatos del cuerpo humano. El mapa del sistema circulatorio, el sistema nervioso y el sistema linfático estaban grabados en mi cerebro. Pensé que jamás los iba a necesitar, hasta cuando me llovió la desgracia. No quiero entrar en detalles, en relatos sucesivos les iré contando una a una las anécdotas de mi vida, lo cierto fue que perdí a mis padres y a mis hermanos una noche, en un asalto a mano armada a la finca donde vivíamos. ¿Qué puede hacer un muchacho campesino, de condiciones económicas holgadas que de la noche a la mañana queda sin nadie en el mundo? El primer pensamiento fue la venganza brutal, inmediata con torturas incluidas. Mi educación religiosa y moral me ataba; estaba pecando de pensamiento contra varios mandamientos de la Ley de Dios. Algo que aprendí de mi abuelo centenario fue a no tomar decisiones apresuradas. Sospechaba quienes eran los asesinos y sabía con certeza que una investigación jamás daría resultado; entonces, yo era el juez y el verdugo. Comencé un entrenamiento riguroso de Artes Marciales: Judo, Karate, Tae-kondo y otras ramas menos conocidas del Karate (por llamarlas de algún modo conocido) y me convertí en un Naked-kill. Aprendí cada punto mortal en el cuerpo y podía dar la muerte o la pérdida de conocimiento valiéndome sólo de mi propio cuerpo o de elementos comunes en cualquier casa: un lápiz, una revista, un cordón de zapato. Eliminé de mi arsenal las armas blancas por aquello de mi hematofobia (temor a la sangre, por si acaso) y las de fuego por lo ruidosas y difíciles de esconder en el caso de requisas. En el acta de defunción del primer verdugo de mi familia quedó registrado como asfixiado por obstrucción de la tráquea y la faringe, eso es fácil de lograr, cuando se sabe donde ejercer la presión. El segundo figuró como un típico caso de suicidio por amor; después de años de seguimiento yo sabía de memoria cada uno de los movimientos de mis “pacientes”; sabía que estaba enfermo de amor y bebía sin misericordia para olvidar las traiciones de la ingrata. Una noche lo escuché hablar con el cantinero de sus deseos de morirse y le colaboré con mucho gusto, entré a su casa y dejé una botella de trago preparado de antemano con unas papeletas de cianuro, que también deje a la mano. Como estaba tan borracho y tan ansioso, simplemente desocupó la botella. El testimonio del cantinero, de los amigos de la novia y los sobres vacios del veneno corroboraron el suicidio. Los siguientes dos me sirvieron en bandeja la ejecución. Llevaron el automóvil a mantenimiento donde un mecánico conocido mío y le confiaron su itinerario de viaje; el mecánico me contó que viajarían a una región montañosa con grandes bajadas y subidas; de ida casi todo en bajada. Fue muy fácil alterar el sistema de los frenos para que fallara en un descenso prolongado. Demoraron dos días en sacar el carro porque el abismo era demasiado profundo. En adelante descubrí cómo era de fácil liquidar cuentas sin dejar nada al azar y que pareciera ante una investigación lo que uno previamente había presupuestado. Todas las personas “normales” dan todas las comodidades para que un profesional las saque de este mundo de sufrimiento; no hablo de los matones a sueldo, los que actúan a mansalva con una ametralladora o una bomba, esos son chambones de oficio que tarde o temprano caen ante otro chambón de su misma calaña. O terminan en la cárcel porque dejan huellas por todas partes. Cada día leo acerca de mi profesión y uno de mis libros preferidos es “Obras maestras del asesinato”, si están interesados investiguen el autor. Aprendan de memoria el cuerpo humano. Pónganse en Paz consigo mismos; no hay nada más patético que un homicida rencoroso. Si ustedes quieren que un trabajo quede bien hecho, háganlo ustedes mismos pero, ojo, si el pulso les tiembla, si los remordimientos de conciencia les van a quitar el sueño y el apetito, si su vida jamás volverá a tener paz, si se dejan ganar de las emociones; llámenme a mí, a David, el maestro del asesinato y de la muerte. Dicen que soy blasfemo porque hablo de Dios. El Señor da la vida y la quita; como es tan misericordioso muchas veces perdona a los malvados, entonces aparezco yo, para ayudarle; yo elimino a los que merecen salir de este mundo porque Él me indica que están sobrando, yo obedezco a Dios Mi Salvador y en su nombre los envío a su presencia.