Los líderes de las bancadas le pusieron 203 votos al pereirano Carlos F. Córdoba para llegar al codiciado puesto, y ya esperan su compensación una vez posesionado
Carlos Felipe Córdoba ya sabía que iba a ser el nuevo contralor. La
semana pasada las bancadas, por orden de sus jefes naturales –, César Gaviria,
Andrés Pastrana, Germán Vargas Lleras— escogieron a Córdoba para suceder a
Edgardo Maya. El único que no estaba de acuerdo era Álvaro Uribe, quien ya
tenía su candidato José Félix Lafaurie. Sin embargo, la decisión ya estaba
tomada y el ex presidente decidió no poner resistencia. Incluso José Obdulio
Gaviria no le dio su respaldo a Lafaurie y se fue con Córdoba. Las votaciones
le dieron la razón. En el Congreso, La U encabezada por Roy Barreras, los
liberales con Mauricio Gómez Amín, hombre de confianza de Gaviria; los de
Cambio Radical con Germán Varón Cotrino al frente; y los conservadores por
orden de su presidente Hernán Andrade que le quitó el apoyo a su anterior
candidato Wilson Ruiz, le pusieron 203 votos. Su elección pareció más un
trámite que el estreno del nuevo mecanismo para elegir el cargo.
Y es que el nuevo contralor se ha convertido en una ficha que le cae
bien a todos. Córdoba es un profesional en Gobierno y Relaciones
Internacionales pereirano que se inició de la mano del ex presidente Uribe en
las juventudes de su campaña en 2002 y comenzó en la actividad pública en el
grupo del ex alcalde de Pereira César Castillo y luego pasó a ser secretario de
Gobierno del conservador Víctor Tamayo, en la gobernación de Risaralda. De ahí
pegó un salto a uno de los cargos de más alto vuelo en la Contraloría. Con
escasos 30 años, Córdoba se convirtió en la mano derecha de la entonces
contralora Sandra Morelli, siendo su vice contralor en 2012.
Sin embargo, mientras Córdoba iba estrechando su relación con el
santismo, en la Fiscalía su nombre le empezó a dar problemas a su jefa Morelli.
Para esos años Córdoba se casó con Marcela Yepes, hija de Ómar Yepes, ex
congresista y ex director del Partido conservador. Yepes trabajaba en la
Contraloría, pero su esposo le hizo el puente con Eduardo Montealegre y llegó
como directora administrativa en la Fiscalía, un cargo de confianza del fiscal.
Yepes se llevó unos documentos que no dejaban bien parada a Morelli, y Córdoba
decidió alejarse de ella y defender a su esposa y su nuevo jefe.
Córdoba siempre ha querido ser alcalde de Pereira, pero cada tanto le
sale un puesto nuevo que lo obliga a aplazar su candidatura. En 2015, cuando ya
estaba haciendo planes de campaña, en Risaralda lo contactó César Giraldo,
entonces director del Centro Democrático en el departamento, para que lo
ayudara a organizar el partido y a cambio se le entregaría el aval. Al final la
alcaldía no resultó, pero aterrizó como Auditor General de la Nación con el
respaldo del Centro Democrático y en donde armó revuelo mediático, pero terminó
muy criticado por su relación con Germán Vargas Lleras.
Cuando Córdoba salió de la Auditoría General, llegó a la campaña del ex
vicepresidente Vargas. Se unió a la recolección de firmas y Cambio Radical le
dio todo el respaldo cuando su nombre empezó a sonar para la dirección de la
Federación de Departamentos. Córdoba conocía la federación cuando Germán Chica,
del círculo inmediato del entonces presidente Santos, fue su director como
cabeza del programa anti contrabando del gremio de los gobernadores. Con el respaldo
de Cambio Radical y Germán Vargas Lleras, quien estaba buscando reemplazo al
anterior director Plinio Olano, investigado y señalado en el escándalo
Odebrecht.
El nuevo Contralor ha sabido moverse en todas las toldas políticas sin
quedar comprometido con una en particular. Con su elección, la lupa ahora queda
sobre los nombramientos directos que puede hacer en las contralorías
regionales, cargos de alto vuelo que tradicionalmente han sido usados para
pagar favores políticos.
TOMADO DE LAS 2 ORILLAS
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