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miércoles, 8 de noviembre de 2017

JAIME LLANO GONZALEZ EN EL CIELO CON SU MUSICA


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 Alberto Borda Carranza

06 de noviembre 2017 , 09:57 p.m.
Con la partida este lunes del músico antioqueño Jaime Llano González, ángeles, arcángeles, querubines, serafines y todos los santos presenciarán el mejor concierto de música colombiana de la larga historia de la casa de Dios. Será el encuentro de Llano con los que se fueron antes.
 
Allí lo están esperando: los hermanos Martínez con sus voces, su tiple y su guitarra; Oriol Rangel en el piano y Otton Rangel en el bajo; Zoilo Nieto en su bajo, Eduardo Osorio en la guitarra, El Gran Paquito con sus maracas y cucharas de palo; Óscar Álvarez en la flauta y Gabriel Uribe en los vientos.
También, Guillermo Amado con su tiple, Manuel Jota Bernal en otro órgano, Gentil Montaña con su guitarra, el trío Morales Pino, el dueto Garzón y Collazos, José A. Morales, Jorge Villamil, Lucho Bermúdez y Arnulfo Briceño. Y se unirán Berenice Chávez, Las Hermanas Garavito, Carmiña Gallo, Helenita Vargas, Matilde Díaz, Gerardo Arellano, Alberto Osorio, Jaime R. Echavarría y Carlos Vieco.

Sonarán sus voces, tiples, guitarras, bandolas, flautas, pianos, violines y bajos. Todos ellos formarán parte de este inigualable concierto 
y en un lugar especial estará el maestro Jaime Llano González en su órgano.

El recordado músico de 85 años falleció en Bogotá el lunes en la madrugada, por complicaciones derivadas de una larga enfermedad que lo aquejó en sus últimos años.

Y hablar de su vida es reencontrarse con la felicidad: un hombre recto, educado, elegante, sencillo, gran conversador, bien plantado, un conquistador innato y, sobre todo, un buen amigo. Compinche de sus amigos, un hombre íntegro difícil de encontrar en la vida.

Nunca lo oí expresarse mal de algún colega y siempre tenía una frase amable así como también estaba lleno de anécdotas y bellos recuerdos.

Que rico era compartir un aguardiente y un bambuco en su casa, donde muchas veces tertuliamos, cuando de pronto salía con ese bello detalle de esconder las llaves de la casa y abrir de nuevo a las 6 de la mañana, diciendo que lo hacía por la inseguridad reinante en la ciudad.

Jaime Llano González nació el 5 de junio de 1932, en Titiribí (Antioquia) y él, con su simpatía a flor de piel, decía que su pueblo natal era en inglés: Titiri-bye, “porque en mi pueblo somos bilingües”.

Sus padres fueron Luis Eduardo Llano y Magdalena González. Su madre era maestra de piano y además tocaba el tiple. Fue ella quien lo introdujo en el mundo de la música dándole clases.

Terminó su bachillerato en Medellín, en el Liceo de la Universidad de Antioquia, y comenzó a estudiar medicina.

Pero su espíritu aventurero lo llevó a mudarse a Bogotá, donde comenzó a vender órganos en J. Glottmann. Así consiguió unos pesitos. Entonces, el joven Llano González se regresó a Medellín para proponerle matrimonio a la señorita Luz Aristizábal, gran mujer, llena de virtudes y paciencia, a quien conquistó con versos y serenatas. Contrajeron matrimonio el 11 de octubre de 1954. De esta unión quedan tres hijos: Jaime León, Luis Eduardo el ‘Tato’ y María Elena Llano Aristizábal.

La pareja regresó a Bogotá, donde fijó su residencia. Es cuando Jaime conoció a sus amigos músicos, con los que inició una interminable carrera artística. De esta manera logró ser contratado en varios grilles de la época, donde compartió escenario con grandes cantantes y músicos como Pedro Vargas y Alfredo Sadel.
Se inició en el grill-bar La Cabaña y su dueño, Pedro Rueda Mantilla, le permitió dar sus primeros pasos artísticos en su local
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Se inició en el grill-bar La Cabaña y su dueño, Pedro Rueda Mantilla, le permitió dar sus primeros pasos artísticos en su local.

Más tarde tocó con un grupo en un grill llamado La Kashba, cuyo eslogan era ‘Un rincón de París en el centro de Bogotá”, en la calle 23 con carrera 6, en un segundo piso. Allí alternaban con un conjunto de músicos extranjeros que tocaba largas tandas de tonadas francesas.

El conjunto en el que estaba el maestro Llano lo conformaban Felipe el ‘Chiqui’ Henao en el piano, el ‘Pote’ Tejada en el clarinete, saxo y flauta; Pedro Caicedo en la batería, y el cantante era Alfonso Restrepo, compositor de la conocida canción ‘Vámonos, vámonos donde nadie nos juzgue’.

Alguna vez, me contaba el maestro Llano, “tocábamos en los intermedios pero ya estábamos metidos en la onda de la música de la Costa. Estaba de moda ‘Ay cosita linda mamá’, y la gente se enloquecía y no paraba de bailar. El dueño del establecimiento, que era alemán, se paraba en el borde de la pista de baile y nos decía “¡hogible, hogible!” (¡horrible, horrible!), pero se daba cuenta de la reacción de la gente. Entonces, al poco tiempo sacó al grupo extranjero y nos dejó como orquesta de planta. A la gente le encantaban los porros, cumbias, merecumbés y vallenatos que tocábamos, y así nos posicionamos. El dueño nos bautizó el ‘Conjunto Arepa’ porque la mayoría éramos antioqueños”.

El maestro Llano González hizo radio especialmente en La Voz de Colombia, Nueva Granada y Radio Santa Fe. Participó en programas inolvidables como ‘Los maestros’, ‘Tierra colombiana’, ‘Fantasía’, ‘Al estilo de Jaime Llano’, ‘Donde nacen las canciones’, ‘Embajadores de la música colombiana’ y ‘Postales de Colombia’, entre otros.

Algún día le pregunté: “Jaime, ¿cuénteme cómo era Oriol Rangel?” Él me respondió: “Lo conocí en Bogotá. Era una persona superdotada en todo sentido, no era normal. Era un músico de proporciones inmensas, tenía una mano izquierda prodigiosa. Vivía en un mundo de música las 24 horas. El mundo externo no le interesaba. Amaba los bambucos, pasillos, torbellinos y guabinas. Yo que toqué tantas veces con Oriol, todos los días encontraba cosas diferentes y matices que no me imaginaba que se pudieran hacer. Desafortunadamente no quedó quien lo siga… de pronto la maestra Ruth Marulanda”.

“¿Y qué otros recuerda”, le volví a preguntar, al verlo tan animado.

“También conocí al maestro Lucho Bermúdez, uno de los grandes compositores que ha dado la música Colombiana y a quien le debo que me hubiera enamorado de la música de la costa Atlántica. Lucho tiene también un puesto de privilegio en la música andina y compuso, entre otras, ‘Espíritu colombiano’, ‘Huracán’ y ‘Plenilunio’. Recuerdo que alguna vez le pregunté: ‘Luchito, ¿por qué no compones un bambuco?’ Y me contestó con mucha gracia: ‘No Jaimito, es que el bambuco está muy mal hecho, tiene su problema de la síncopa, y a las personas que no lo han sentido desde pequeños y que no lo llevan en la sangre les cuesta mucho trabajo’. He grabado por lo menos 30 discos de música de la Costa y lo he hecho con mucho gusto, pues en música rítmica yo no conozco otra igual en el mundo”, me comentó Llano González.

En otra de nuestras interminables charlas, que yo solía grabar, le pregunté cómo era el maestro José A. Morales. “Mira, no terminaría en varias noches de contarte el señor que era José. Un señor en todo el sentido de la palabra. Me invitó al El Socorro, su tierra (‘Pueblito viejo’), y me enamoré, porque yo también soy de pueblo. Cada vez que llegaba a este pueblito viejo vibraba de emoción”, me contó.

Hablando con algunos de los músicos que acompañaron al maestro, como Henry Cuevas, este me dijo alguna vez: “Conocí al maestro Jaime Llano por el año 1976. Uno de los músicos de su grupo me invitó a formar parte del conjunto y empezamos a tocar en El Portón 3, en el pasaje del hotel Tequendama. Tocábamos con los Martínez, el ‘Chiqui’ Henao y Rodolfo Cely. También se presentaba Julio César Luna, actor y cantante argentino que era un excelente declamador, y Lida Zamora, una actriz y cantante. En este lugar tocábamos música andina y argentina, porque el dueño era el argentino Marcelo Fontana. Con este grupo recorrimos el país. El maestro Jaime era un profesional serio, rígido, perfeccionista. Fuera de la tarima era jovial, con un gran sentido del humor y casi siempre con una copa y un cigarro en la boca. Yo le agradezco mucho que me hubiera hecho conocer e interesar por la música andina colombiana, pues yo venía de hacer música popular como buen valluno que soy. El maestro Llano era único”.

Por su parte, el maestro Fernando León me dijo sobre Llano González: “Conocí a Jaimito en Radio Santa Fe por el año 71. Fui a llevarle una carta al maestro José A. Morales que un amigo en común, Varguitas, integrante de la Rondalla Bumanguesa, le enviaba. Tuve la fortuna de tocar con él y con los hermanos Martínez en el programa que tenía –‘Extensión cultural de Bogotá’–. Yo hacía la bandola. Jaimito, una leyenda de la música Colombiana, era muy querido, algo tímido, él hablaba más bien tocando el órgano. Muy solidario con los colegas, vivía pendiente de sus músicos. Fueron mutuamente confidentes con el maestro José A. Morales y hasta le pulió algunas obras instrumentales. Era amante de la música clásica y de los tangos. Tenía una cultura musical muy amplia. Nos enseñó el respeto por la música colombiana”.

El maestro Llano González recibió a lo largo de su vida artística muchas condecoraciones como la Cruz de Boyacá, El Hacha de Antioquia, Ciudadano Meritorio del Valle del Cauca y de Santander, Hijo Adoptivo del Socorro y le otorgaron el Premio Aplauso, como reconocimiento por su trabajo por la música colombiana. 

Además, viajó representando al país por los cinco continentes.
 Fue un gran embajador volante. Compuso varias obras, entre las que se destacan ‘Si te vuelvo a besar’, ‘Orgullo del arriero’, ‘Puntillazo’. También grabó discos con artistas colombianos y extranjeros.

En el cielo están de fiesta, un bambuco y un aguardiente… ¡Salud maestro! Gracias por su música, gracias por tanta felicidad, usted es inolvidable.

ALBERTO BORDA CARRANZA*
Para EL TIEMPO
* Abogado y músico bogotano de la agrupación Borda y San Juan, y director del programa radial 'Amor a Colombia' (RCN)

lunes, 18 de mayo de 2015

MARÍA KODAMA DONÓ 1.500 LIBROS AL MUSEO DE BORGES


Con la plaza Brown iluminada por foquitos amarillos y proyecciones visuales, los árboles resistiendo la fría noche de otoño y una cola tupida de vecinos, María Kodama volvió a Adrogué. Y a la casa de veraneo que usaba su marido, Jorge Luis Borges. Después de un acto en el Palacio Municipal, la viuda del escritor asistió a una performance en vivo basada en dos obras del genial escritor para luego hacer una donación de 1.500 libros a la biblioteca de la “Casa Borges”, el museo ubicado en Diagonal Brown 301.
Las obras en escena fueron “Aproximación Borges”, un espectáculo de vanguardia que combinó performance y teatro en una singular puesta/viaje a través del tiempo, la poesía y la narrativa borgeana, y “La rosa de Paracelso” (ambas dirigidas por Zulema Ozón), que despertó los aplausos de los numerosos vecinos que desde muy temprano se acercaron para disfrutar de la velada. El intendente municipal, Daniel Bolettieri, fue el encargado de recibir a la compañera de vida –y estudiosa de la obra– del popular escritor. Durante su visita, Kodama realizó una donación de libros a Casa Borges,primer y único lugar en todo el mundo que, habiendo sido habitado por el reconocido literato, funciona además como centro de estudios e investigación.
“Borges es parte de la historia de Almirante Brown y tenemos la dicha que muchos de esos recuerdos y situaciones que el escritor le recordaba a María Kodama, hoy aún en el siglo XXI están presentes en Adrogué, porque los eucaliptos, las casas bajas y los techos de tejas siguen estando, y vive en todo nuestro pueblo todo ese sentir”, dijo el jefe comunal. Kodama, vestida con una pollera larga color marrón y un saco rústico en tonos manteca, manifestó que “volver a Almirante Brown significa recordar las cosas que Borges me contaba, sobre el Hotel Las Delicias, los mosquiteros, el salón de los espejos, todo ese mundo que él vivió y que le gustó mucho porque siempre lo recordaba. Para mi es volver a un lugar querido por Borges y por supuesto por mi también”.
Patricia Roselli, vecina de Mármol, fue junto a su hija Micaela “para conocer la casa y la obra de Borges, aunque no soy una fanática de él. Hay cosas que me gustan y cosas que no. Es un espacio que tenemos en Brown y hay que aprovecharlo. Aparte un viernes, a esta hora, y que venga María Kodama, era un evento imperdible”. Las vecinas, además, están haciendo un curso sobre la historia del Partido, “y la casa genera curiosidad y nos incentivó a venir para conocer algo más sobre él y sus días en Adrogué”, contó.
El evento contó con la presencia del secretario de Educación, Cultura y DD. HH, Jorge Herrero Pons, el titular de la Coordinación de Gabinete local, Diego Garrido, el Presidente del Honorable Concejo Deliberante de Almirante Brown, Alejandro Torres, la senadora provincial, Patricia Segovia y el diputado nacional, Eduardo Fabiani. La donación de los 1.500 libros –todos referidos a lecturas posteriores y análisis de la obra del genial literato– se realizó en el marco del convenio de cooperación e intercambio institucional suscripto entre la Fundación Internacional Jorge Luis Borges –que preside Kodama– y la Comuna de Brown para difundir la vida y obra de uno de los escritores de mayor relevancia universal. Casa Borges funciona desde el 2014 y puede visitarse gratis de lunes a viernes de 10 a 16, y los sábados y domingos de 16 a 21.

Fuente:  clarin.com

lunes, 23 de febrero de 2015

DECÁLOGO DEL PERFECTO CUENTISTA POR HORACIO QUIROGA

Horacio-Quiroga

I
Cree en un maestro -Poe, Maupassant, Kipling, Chejov- como en Dios mismo.
II
Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo.
III
Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia
IV
Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.
V
No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.
VI
Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: “Desde el río soplaba el viento frío”, no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes.
VII
No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.
VIII
Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos no pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.
IX
No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino
X
No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento.
FIN

FUENTE: http://www.ciudadseva.com/

lunes, 18 de mayo de 2009

Pequeña parábola

El Maestro meditaba a la sombra de un viejo árbol acerca de las ofensas. Tomás, su discípulo incrédulo llegó, precisamente, a consultarle sobre el tema: - ¿Excúseme Maestro, puedo preguntarle algo? - Por supuesto, hijo, ¿De qué se trata? - Es que un buen amigo me ofendió y no sé qué hacer. - ¿Te ofendió o te sentiste ofendido? - ¿Qué diferencia hay, Maestro? - Si no hay agresión física nadie en este mundo puede ofenderte. - No entiendo - Mira, la ofensa nace de una intención. Si el agredido con las palabras no quiere sentirse ofendido, la supuesta ofensa pierde su razón de ser. - Ya entendí maestro. - Anda hijo, no pierdas tu paz interior y, si en algún momento algún sentimiento negativo anidó en tu interior hacia tu amigo. Perdónalo en tu corazón. - ¡Gracias Maestro!