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domingo, 4 de noviembre de 2018

LA SEPARACION DE PANAMA FUE UN “SINCERO PESAR”



La separación de Panamá, canal interoceánico de magnificencia comercial y cultural envidiable, representó para Colombia un “Sincero Pesar” que aún reposa en la tercera franja de su escudo junto a dos embarcaciones de vela.
Todo sucedió al cese de la ‘Guerra de los Mil Días’, aquel enfrentamiento que comenzó en 1899 y terminó en 1902, entre el conservadurismo imperante en cabeza del presidente José Manuel Marroquín, y la legión liberal con respaldo de Ecuador y Venezuela,  que quedó en ascuas ante la intervención de Estados Unidos.
Dicha mediación del gigante americano fue estratégica, su procedimiento fue solicitado tras la promesa de entrega del canal por parte del bando conservador, quien imploró a tropas estadounidenses detener las fuerzas liberales triunfantes en Panamá.
El tratado de paz se firmó en el buque ‘Wisconsin’  del general liberal Benjamín Herrera el 24 de octubre de 1902. Sin embrago, el conflicto nacional entre ambos seguidores políticos continuaba, disminuyó paulatinamente pero llevó al cuartel de fusilamiento a quienes no aceptaron sus términos.
¿Qué pasó con el territorio istmeño?
Panamá fue hecha ambición para los gobernantes colombianos quienes la mantenía aislada en el cubrimiento de las necesidades básicas. De ahí que, un territorio geopolíticamente clave se anexó a los intereses imperialistas de una potencia.
“Macondo era entonces una aldea de 20 casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos.” Gabriel García Márquez.
La creación del canal panameño que divide las costas atlántica y pacífica estaba a cargo de franceses,  pero la apabullante presión americana y el terreno inhóspito encontrado que generó sobrecostos hizo que la concesión fracasara.
El Tratado Herrán -Hay cedía a perpetuidad la zona del Canal, desconocía la inversión realizada, con baja compensación económica y anualidad
Entonces, el secretario de estado yonqui, John Milton y el ministro colombiano Thomas Herrán, firmaron el 
 “Tratado Herrán – Hay” donde se cedió todos los derechos y se otorgaban diez millones de dólares para un siglo de arrendamiento renovable en el canal.

 “Puedo decir lo que muy pocos estadistas: recibí un país y le devolví dos al mundo”. José Manuel Marroquí
Sin embargo, el tratado fue negado en el congreso colombiano ante un posible ofrecimiento mayor. Hecho que resulto fatal porque en conversaciones sigilosas para una revolución planeada por José Agustín Arango, Manuel Amador Guerrero, Nicolás de Obarrio, entre otros, se declaró el 3 de noviembre de 1903 a Panamá, estado independiente y soberano.
Estados Unidos reconoció oficialmente a Panamá estado independiente de Colombia el 19 de noviembre y procedió a negociar en el trato “Hay-Buneau-Varilla” la Zona del Canal.
“Sincero pesar” de EEUU a Colombia por separación
Ante tal situación, Colombia perpleja e indignada, no rompió sus relaciones
bilaterales con la casa blanca, pero tuvo que aceptar el “Sincero Pesar” que promulgaba Estados Unidos en el tratado
La clausula fue polémica en Colombia, aunque se resaltó la importancia en la
relaciones con los “gringos”, se denegó la creación de estaciones de carbón y la militarización en el archipiélago de San Andrés.
El tratado “Urrutia Tompson”se firmó tras moficiación el 6 de abril de 1914, en dicho consenso se eliminó el estatuto de “sincero pesar” y Colombia reconoció a Panamá como región independiente, recibiendo 25 millones de dólares destinados, en gran parte, a la creación del Banco de la República.
Actualmente, la extensión territorial es reconocida por los demás países centroamericanos. Además, la separación, es tildada como el mejor ejemplo de modelos gubernamentales que promueven el intervencionismo y la corrupción.

TOMADO DE KIENYKE

domingo, 18 de septiembre de 2016

OPINION DE UN ESCRITOR RUSO SOBRE LA PAZ EN COLOMBIA

La verdadera paz en Colombia

Artículo de mi amigo EVGENY ZHUKOV, Escritor y periodista.
Lo reproduzco con autorización del autor
 
Colombia es una olla a presión, cuya tapa será levantada este 2 de octubre cuando se vote el plebiscito por la Paz. Los medios de comunicación bombardean, cada uno desde su arma de comunicación masiva preferida, con toneladas de propaganda barata, a veces mediante manipulaciones sutiles, a veces de forma directa y burda, dependiendo del público al que se dirigen. Las razones tanto del SÍ como del NO se ventilan a diestra y siniestra y todos los medios son válidos: desde los más bajos hasta los más altruistas.
Que SÍ, que NO, que la PAZ, que la impunidad, que el perdón…
Nadie parece comprender que la firma no es importante. Es un mero acto protocolario. Es una constatación de que el grupo armado deja las armas. Si gana el SÍ, el proceso será más fácil. Si gana el NO, el proceso se hará de igual forma, tan solo un poco más complicada; no se preocupen. Esa decisión está tomada. El problema vendrá después: cuando esa PAZ, de la que tanto se ha hablado, comience a construirse.
Construir la paz no es fácil. Requiere de la participación ciudadana. Requiere de perdón y olvido. Requiere de una mano bondadosa, pero firme, que lleve a una Colombia unida a construir esa PAZ. Y aquí es donde veo el principal bache en el camino de la paz. Más que bache, es una montaña que no sé cómo bordear. Y esa montaña se resume en la lucha de poderes, que, desde el nacimiento de la Gran Colombia, cual herrumbre, viene destruyendo cualquier remache con el que se intenta sujetar el país en un todo:
  • Santander contra Bolívar.
  • Terratenientes y esclavistas versus innovadores y liberalistas.
  • Liberales contra conservadores.
  • Iglesia contra liberales.
  • Capitalistas contra comunistas.
  • Diferentes grupos guerrilleros contra todos.
  • Narcotráfico contra todos.
  • Paramilitares contra todos.
  • Todos contra todos y,
  • La última perla que Colombia y los colombianos han soportado los últimos seis años: Uribe contra Santos y el mundo…
Ese es el problema al que se enfrentarán los colombianos. El que cree que con poner un SÍ o un NO en un pedazo de papel hace su aporte a la paz que en su interior interpreta como correcta, está totalmente equivocado. La lucha por la paz hasta ahora comienza.
Los colombianos están divididos en dos bandos, a todas luces irreconciliables: Uribistas y No Uribistas. Las pasiones están encendidas y las disputas se ven y se oyen no solo entre desconocidos, sino entre amigos y dentro de los núcleos familiares. Los gritos y los insultos: ¿acaso este es el principio de la paz que estamos necesitando? Los engaños, traiciones, mentiras, calumnias e injurias: ¿así es como se construye la paz?
No. Esos, precisamente, son los ecos de la guerra que el país ha vivido desde el momento en que el señor Bolívar comenzó a liberar a América del Sur de los conquistadores. Desde ese momento la lucha por el poder jamás ha parado. Ha sido una lucha sangrienta, con millones de muertos. Tan solo consulten la historia de Colombia desde 1810 hasta la fecha. Existieron treguas entre guerras, pero Colombia JAMÁS ha disfrutado de una VERDADERA paz. Y desde 1948, Colombia ni siquiera tregua ha tenido…
Ahora, los que están participando en el proceso democrático denominado plebiscito, son los nietos (si no los bisnietos) de aquellos que han vivido en guerra. Fueron criados en medio de cuentos de terror sobre los guerrilleros, el narcotráfico, los militares, los políticos corruptos y la iglesia como un ente manipulador y traidor… En los casos más afortunados, tan sólo han visto las noticias por televisión o les han llegado a través de terceros. En los menos afortunados, fueron actores principales y el terror y la pérdida dejaron una marca visible en sus almas y a veces hasta en los cuerpos.
Son generaciones que fueron enseñadas a que la “malicia indígena” es algo bueno. A que el “a papaya dada, papaya partida” debe aplicarse en todo momento. Que se debe escoger el partido político que esté dominando para asegurar un puesto, sin importar valores, criterios y medios para lograrlo. A que el modo de vida ha de ser egoísta y de desconfianza absoluta, ya que todo y todos están en contra tuya y te pueden traicionar. Y hay que aprovechar cualquier descuido para tomar ventaja y olvidarse del juego limpio.
Esa es la realidad de la lucha de poderes que se ha reflejado en la educación y el modo de ser de los colombianos. Solo el fútbol es capaz de hacer olvidar esas diferencias y unificar por un momento los corazones. Pero de esta forma NO es posible construir paz alguna, ya que incluso el amado fútbol ha dejado centenares de muertos y lisiados, solo porque el color de la camiseta del prójimo era del color equivocado…
Entonces, ¿cómo se construye la paz? ¿Qué camino ha de seguir Colombia, si en verdad quiere que la paz, la VERDADERA PAZ llegue? Conozco ese camino: es difícil. Tiene muchos baches. Y los principales baches serán el orgullo propio. El egoísmo. El egocentrismo. El resentimiento. El odio. Pero el bache más difícil de todos será: la falta de interés y participación.
Lo principal es que hay que comprender que la paz no llega. Por la paz se lucha. Tan solo que la lucha debe dejar de ser entre los colombianos. Y más bien, unidos, los colombianos luchemos por la paz. No existe otra forma. Se los aseguro.
Para ello hay que, literalmente, destruir décadas (si no es centenares) de años de odios arraigados por generaciones (cosa poco fácil). Colombia debe unirse bajo un solo estandarte, en lugar de elegir cientos, para dirigirse a un mismo rumbo, en lugar de a todos lados. Aceptar que la paz es posible sólo si dejamos las disputas internas y que los intereses de la NACIÓN denominada COLOMBIA, primen sobre los intereses individuales.
Si el país se une, no habrá grupo subversivo que pueda hacerle frente. No habrá narcotráfico que pueda prosperar. Únicamente de esta forma se puede lograr una “Paz Estable y Duradera”, como pretenciosamente anunció el presidente.
Si el país se une, habrá trabajo, dinero, salud y educación, ya que los recursos dejarán de invertirse en conflictos internos, buscando fragmentar aún más la sociedad, para defender los intereses de unos pocos señores feudales modernos. Al contrario, podrán invertirse en la construcción de una nueva Colombia. Tan solo miren los autodenominados “países del primer mundo”; ellos tienen algo en común: todos sus ciudadanos luchan por los intereses de la nación en primer lugar; después por los propios.
Si tan solo esto fuera posible en Colombia…
Entonces sí tendríamos una verdadera paz.

lunes, 24 de octubre de 2011

LA DESMEMORIA DEL PUEBLO






Con el agite de las elecciones me puse a pensar en ese dicho que dice “los pueblos que olvidan su pasado están condenados a repetirlo” o algo así, no estoy muy seguro que sean las palabras exactas pero como dice el Chapulín Colorado la idea es esa. No soy historiador y me atengo a mi memoria y a las lecturas que hice y hago…. Ah, se me olvidaba que los viejos de mi familia de ambos partidos tradicionales, se encargaban de refrescarme las ideas relacionadas con la política y es que para ellos solo podían existir en Colombia dos partidos y que los jóvenes de hoy en día, que son todos los menores de 50 años para ellos, se encargaron de cambiar las leyes para sacar más y más partidos y esto se volvió un “sancocho político”, me decían.
Y mi abuelo paterno, por ejemplo, que si estuvo en la guerra de los mil días porque tenía por entonces 16 años en Guaca, Santander, y era apto para empuñar las armas y no como otros abuelos de mis amigos que afirmaban también haber combatido en esa guerra desastrosa, que le costó al país entre otras cosas la separación de Panamá, y como yo tengo la manía de hacer cuentas pues esos no pudieron estar combatiendo porque no habían nacido o eran bebes. Mi abuelito nació en 1886 y cuando empezó la guerra tenía 14 años y lo enrolaron a la fuerza dos años después cuando se recrudecieron las acciones cerca de su casa. El cucho se dio el gusto de vivir 105 años y murió en 1991 de mal genio y arriando madres contra el partido conservador. Aclaro lo de la edad porque los amigos míos tenían abuelos nacidos a principios del siglo XX y hasta donde sé nunca le dan fusiles a bebes de un año o poco más.
Ese señor llamado Rodolfo, fue uno de los que me metió en la cabeza la idea de que todos los políticos son ladrones y que muchas fortunas “bien habidas”  no salieron de la nada sino del despojo de los más débiles o del robo a las arcas del erario público. Me decía: “mijo, cuando terminó la lucha por la independencia y los españoles tuvieron que largarse para la puta madre patria quien se apoderó de sus propiedades?... sencillo hijo, pues los oficiales del ejército libertador, y con el tiempo se hicieron escrituras y legalizaron el despojo y mire chino que a los suboficiales les dejaban un terrenito  para darles contentillo y a la tropa pues aguardiente y tabaco de las rentas… y de ahí nació el dicho que nadie se hace rico dando”
Ese era mi abuelo paterno puto liberal y macho como se decía en otras épocas y los conservadores replicaban. “y sus hermanas” y jajaja.  Por la otra parte estaba la familia de mi madre perteneciente al partido conservador que abominaba de los liberales y los trataban de masones y ateos y asesinos de sacerdotes, pero no quiero pasarme a otra historia que ni me acuerdo si ya se la conté cuando para entrar al seminario era indispensable ser del partido conservador y los curas desde el púlpito incitaban a sus feligreses a matar liberales; y nos preguntamos el por qué de la violencia.
Y me sigo saliendo de lo que estaba pensando y era en los políticos que no en la violencia pero viéndolo bien lo uno va con lo otro de alguna manera y la llamada Violencia en Colombia de mitad del siglo XX que fue sino violencia política entre los dos partidos tradicionales y la chispa fue el asesinato del líder liberal y seguro presidente de la república Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948. Y ¿por qué lo mataron?, pues porque denunciaba la corrupción de la oligarquía y defendía a los humildes y sus discursos incendiarios inflamaban la mente y los corazones del pueblo raso y la clase alta sintió que su hora era llegada y solo había una salida, quebrarlo como se dice ahora.
Pero mis tías abuelas que entre otras cosas también sufrieron de lo mismo que mi abuelo, que fue la hijuemadre longevidad, y dos pasaron de los cien años  y me repetían que todo poder viene de Dios y es un grave pecado, de los más graves mijo, ir en contra de las personas que tienen el poder por mandato divino y, por supuesto, estas personas eran los jerarcas de su partido y hasta tenían en su casa bustos de tamaño pequeño de sus políticos predilectos y yo, en una de mis borracheras de adolescente y sin querer, lo juro, tropecé con la estatua de Laureano Gómez y se fue escaleras abajo partiéndose en mil pedazos, como se dice y yo no creo porque quien putas se ha puesto a contar los pedazos, al otro día la tía Emilia con lágrimas en  sus ojitos de ochentañera me mostró el destrozo y yo le prometí por todos los santos reponérsela por otra más grande y 16 años después cuando falleció de muerte natural (ya era natural que muriera) yo jamás le devolví a su ídolo.
Que desorden de mi cabeza, ya pueden entender porque estuve en el manicomio, pero vuelvo al tema de los señores políticos y su “honradez a toda prueba” que para frenar los avances de la oposición encarnados en Gustavo Rojas Pinilla, ex general y ex presidente de la república, le robaron las elecciones de 1970 contra Misael Pastrana Borrero… yo si me acuerdo y les refresco la memoria: el general es el abuelo de Samuel Moreno Rojas y su hermanito Iván, ambos presos por el carrusel de las contrataciones que tiene semi destruida la capital de nuestro amado país, y Misael es el padre de Andresito Pastrana quien, según los entendidos, tuvo el peor gobierno de la historia de Colombia aunque sus seguidores digan lo contrario y que cuando fue alcalde de Bogotá le dio gusto a los niños del Norte con frecuentes conciertos de Rock. Ah, y el papá de los Moreno Rojas, el senador Samuel Moreno, esposo de María Eugenia Rojas, hija de mi general, se daba el gusto de asistir borracho a las sesiones del congreso y hasta se recuerda que alguna vez echó bala en el recinto sagrado.
Y todos juran ante lo más sagrado que su vida es un libro abierto y que pueden meter las manos en el fuego para probar su inocencia, acto que se hacía durante la inquisición, sólo que durante ella si se metían las manos a la candela y los políticos se quedan en la promesa y cuando se les comprueban sus tropelías todo queda en silencio… silencio cómplice de los medios que para nada colabora con la memoria de los ciudadanos que siguen dando su voto a los corruptos de siempre o a sus sucesores. Algo ha cambiado y es que antes la sucesión era por línea sanguínea, a veces de padres a hijos o nietos pero y también a yernos o nueras y aún ahijados. Ahora es cuestión de intereses económicos, que siempre van ligados con la política. Miren los programas de gobierno y verán que con leves variantes todos ofrecen lo mismo y ¿qué es lo mismo? Reformar las condiciones económicas de la población, arreglar los servicios, las carreteras, la salud, los problemas de inseguridad y en una palabra, cambiar radicalmente todo.
Pasan las elecciones y los mismos que saludaban de abrazo al obrero y al campesino no lo determinan o, si acaso, lo saludan desde la ventanilla del lujoso auto con la mano, pero sin bajar el vidrio, no va y sea que se arrimen y los contaminen, ya no besan a los niños mugrientos y mocosos de las señoras de las plazas de mercado no comparten unas cervezas en la cancha de tejo con los mecánicos y choferes del servicio público. Pasado el proceso electorero, que eso es, llega la amnesia para los políticos elegidos y los resentimientos sirven a los quemados o vencidos que aprovechan, ahora sí, para visitar a los que nunca determinaron para sembrar la semilla de la desconfianza en sus opositores que si ganaron. Esto lo escribo diez días antes de la contienda electoral para elegir gobernadores, alcaldes, concejales y honorables diputados a las asambleas departamentales, amén de los ediles que aun no tengo claro para qué demonios sirven estos cargos.
Las ciudades terminan llenas de basuras y los vencedores en unas resacas de los mil demonios porque esa es otra mentira, la ley seca no se sabe quiénes la cumplen, yo por lo menos en los años que serví de jurado de votación, vi cientos de borrachitos por las calles y en mi pueblo, cuando comenzaban a salir los resultados, en esa época por la radio, en todas las oficinas donde funcionaban los comités del candidato repartían trago por cantidades y para disimular los servían en pocillos tinteros. Muchos años han pasado y las cosas no han cambiado, los nombres si, por supuesto pero detrás de un nombre está el del jefe que es un político inhabilitado o preso (ahora no son presos sino internos)… seguimos con esa otra mentira, a los cuatro vientos se grita que fulano de tal está inhabilitado o se le decretó la muerte política pero los que no comen cuento saben quiénes son los candidatos movidos desde la sombra por este titiritero de la política.
Creo que este monólogo es sólo un abrebocas de todo lo que puede decirse relacionado con las marrullas de los políticos, de la corrupción que continúa incólume y con una impunidad aterradora, pero por ahora descansé un poco de mis afanes mentales. Hay mucho que decir pero eso lo pueden expresar mejor los que entienden de política, yo sólo me remito a mis recuerdos y a mis lecturas. Como jamás pedí favores a ningún político y mis hijos estudiaron sin tener que mendigarle a nadie una beca o una recomendación siento que tengo el valor moral para decir lo que digo. Pensar lo hacen muchos sobre este tema pero no lo dicen.
Los politólogos, sociólogos, historiadores y demás eruditos podrán decir más verdades y los amigos periodistas honestos seguirán sufriendo persecuciones y falsas acusaciones por decir las verdades, así es en todo el mundo y así seguirá siendo. El gobierno mundial es una utopía y en Colombia, nuestra amada patria, seguimos muy lejos de escoger a los más capaces y honestos.
Siento que me quedan muchas cosas para decir pero si Dios lo permite, otra vez será.
Edgar Tarazona Ángel